domingo, 10 de diciembre de 2017

IN MEMORIAM




Querido Carlos, nunca nos hubiéramos imaginado que esa maldita y perversa enfermedad te arrancara la vida tan pronto.
Por suerte para mí, siempre apareces en mis recuerdos desde la infancia, cuando éramos niños en la calle Sevilla y teníamos la suerte de vivir todos los primos juntos y juntos también pasar los largos y estupendos veranos en Benimantell. Nos peleábamos, nos pegábamos, jugábamos e incluso íbamos a la doble sesión del cine Aitana una vez a la semana. Todo constituía una aventura: subirnos a los árboles, ir en burro, pescar renacuajos y contar historias a la puerta de la iglesia en la plaza del pueblo. Esas son las imágenes que guardo celosas en mi memoria, mi mayor tesoro.
Eras mi primo mayor, y nos llevabas la delantera a todos, estudiaste en Alicante, te casaste, formaste una familia y a la par te hiciste aventurero, viajabas por el mundo como si fuera tu casa. Aunque siempre te acordabas de mí, venías a visitarme por motivos del trabajo y a invitarme a comer por ahí cuando yo era una joven estudiante sin dinero y a insuflarme esas ganas de vivir que tú contagiabas sin darte cuenta a los que estaban contigo. Desprendían una alegría que solo poseen los tocados por la fortuna, que le arrebatan a la vida sus mayores placeres. 
Estoy convencida de que ambas, la fortuna y la vida, se han enamorado de ti y celosas, se te han llevado para disfrutarte y que les alegres sus días.
Yo y todos te vamos a recordar como tú eras antes de la maldita enfermedad: desprendido, espléndido, siempre risueño y jovial…  y  todos los que te queremos así te llevaremos siempre en nuestros corazones. 

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