domingo, 16 de octubre de 2011

Tarros de luz



En aquella extraña tienda se prestaba cualquier producto que uno necesitara con urgencia. Esperaban expuestos en las estanterías: botes de risas, de abrazos, tarros de luz, de mimos...
Aquel día Amanda ansiaba la luz solar. No soportaba tener que vivir en un lugar tan frío y  triste. La mortecina claridad  la convertía en un ser anodino. Necesitaba la energía de los rayos del sol. Quería pasear y vibrar con los brillantes colores del verano, que no podía disfrutar. Sentía nostalgia de su tierra, allá en el lejano sur.
También se llevó la luz de la luna llena para colgarla de su ventana, por si le apetecía bailar descalza, y la brisa del mar, para que le acompañara.
                                 

1 comentario:

  1. Hola¡ Éste es el otro relato tuyo que te comentaba. Ya los tengo localizados¡ Aunque, las coincidencias son muchas más. Me gusta como dotas a los relatos de un poso de melancolía y al tiempo esperanza y magia, mucha magia. De ahí, tu apelativo¡¡ Encantada. Un beso.

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